domingo, 20 de marzo de 2016

¡Llegó el día!

1926 va a ser el año de su ordenación sacerdotal. Se hace una grave quemadura que le deja sin movimiento el brazo derecho, que pudo cicatrizar a tiempo gracias a la intervención del médico que le proporcionó el Obispo, porque él carecía de medios. .
Pero le quedaba una última prueba antes de su ordenación. Con la fecha ya a la vista, el 7 de febrero muere su madre en Sigüenza, privándoles así de vivir juntos este día tan esperado para los dos.

El 27 de febrero es ordenado diácono en la capilla del Obispado de Burgo de Osma por el obispo monseñor Miguel Santos Días de Gómara.


Llegado el día, aquel deseado 20 de marzo, para el que tan intensamente se había preparado, camino de recibir las órdenes en la parroquia de la Magdalena de Tarazona de manos de monseñor Isidro Badía y Sabadel, se da cuenta de que va a la ceremonia en zapatillas. Lo exterior para él quedaba en un segundo plano.
Ese 26 de marzo celebra la Primera Misa en la colegiata de Soria

domingo, 21 de febrero de 2016

5 Enseñanzas de la Transfiguración del Señor para HOY

1. La primera enseñanza que nos da la Transfiguración es ésta: que no son incompatibles las gracias y estados místicos con la vida de apostolado. Jesús se cansaba del camino… Jesús y los apóstoles para poder orar, tenían que hacerlo de noche, sacar tiempo quitándolo del descenso. De vez en cuando el Señor se los llevaba para descansar, pero allí mismo le iban a buscar.
Pues a pesar de esto, Jesús goza de la gracia de la Transfiguración y los apóstoles no solo son testigos sino que oyeron la voz del Padre, vieron a Moisés y a Elías.
Si las gracias míticas fueran necesarias a un alma, Dios las daría, pero son gratuitamente dadas y podrían ser pábulo a la vanidad del alma no bien cimentada. En cambio esa lenta transfiguración que Dios hace en el alma de que somos testigos todos nosotros, no. Y ¿qué más da que la transfiguración se haga en un rato de oración o en una vida? Lo interesante es que se haga, que quede transfigurada y si no se da cuenta nadie, mejor. Y si no se da cuenta la propia persona, mejor. Dios sabe lo que conviene al alma y hay que bendecir y aplaudir lo que haga.

2. Otra enseñanza es lo que hizo Jesús e invitó a hacer a los apóstoles. Pues para disponer el Señor a esta gracia a los apóstoles después de trabajar, de evangelizar y fatigarse, les invita a fatigarse más: “Venid conmigo y mientras los otros se quedaban en el llano descansando, Jesús coge los tres que más amaba y a lo primero que les invita es a dejar el llano, el valle y a trepar a la cumbre a fatigarse de nuevo.
También hay aquí una buena lección: Seguir la mera invitación de Jesús.

3. Aún otra enseñanza: En aquel apostolado agotador, absorbente, Jesús se les lleva, no solo a orar… No se puede subir a la alturas sin apartarse de los valles, de las cosas bajas y viles. Por aquí ha de comenzar nuestra transformación. Son obstáculos para ello, las cosas, las personas, las ocupaciones, todo lo que sea poseído y usado con afecto excesivo, con desasosiego, con intranquilidad.
Y otra cosa: Si Dios nos invita a dejar cosas, dejémoslas, a dejar cargos, dejémoslos y con toda la holgura de que seamos capaces.
Tenemos que ser indiferentes para todo esto como los comediantes que unas veces hacen de reyes y les ponen la corona, y ese mismo en otra comedia es esclavo, y es la misma persona y la misma voz. Así tiene que ser, maniquíes que viste Dios de lo que quiere.
Al subir al monte los apóstoles, ¡qué pequeñas veían las cosas que dejaban abajo!... Miremos las cosas desde arriba y nos iremos santificando y nuestra inteligencia se irá tornando de oscura en clara y lúcida para comprender las cosas de Dios. Y cuando ya lo hayamos hecho aún no queda otra cosa: Orar para que el Señor transfigure vuestra alma. Jesús mismo se puso en oración para la transfiguración y los Apóstoles también y orando fueron transfigurados. La oración es el gran medio que nos da Jesús, porque ni el que planta ni el que riega: tiene que ser Él.
A nosotros nos toca vaciar el corazón, hacer sitio en ese corazón, pero después para que el alma se llene de virtudes, se embellezca.

4. Sin la oración no podemos hacer nada y menos la santificación. Tenemos que orar para pedir gracias de santificación, porque ¿qué es l santificación sino una transfiguración? A la gracia hay que ir por la oración. Y la oración y la gracia nos van despegando de la tierra atraída por los intereses de Jesús. Cuando vayamos sintiendo todo esto, tengamos cuidado de no caer en la infantil alegría de San Pedro: “Qué bien estamos aquí”.  

5. Después de la Transfiguración Jesús quedó de la forma ordinaria y les invita a descender y al descender les habla de su misión redentora.
¡Qué bien estamos aquí! Pero el plan de Dios es que cumplamos nuestra misión, que vayamos dejándonos transformar, pero no para quedar regodeándonos, sino para fortalecernos e ir cumpliendo los planes de Dios.
Pero, ¡cuidado! Cuando a Pedro le llega el momento, el haber visto a Jesús transfigurado no es obstáculo para negarle ¡y tres veces!

Que el Señor os haga santos, pero no os queráis mirar en el espejo… Tendréis una eternidad para cantar las misericordias y las alabanzas de Dios. Cuando os deis cuenta de las gracias de Dios, dadle las gracias y ¡a trabajar!

Suplicad al Señor y con la mayor devoción que podáis decid esa oración transformadora del “Alma de Cristo”, porque ¿qué es esto más que pedir al Señor una transfiguración?

               
A.M.D.G. et B.M.V.

Siervo de Dios Doroteo Hernández Vera

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Lecciones del Divino Niño en el Pesebre

Representémonos a Jesús en el pesebre. Veámosle en aquel establo, rodeado de su santísima Madre, S. José y aquellos animales.
Supliquémosle luz y gracia para penetrar los misterios del pesebre.
Tenemos que aprender en el pesebre tres grades virtudes:
  • La virtud de la humildad
  • La virtud de la abnegación y sacrificio y
  • La virtud del amor

En primer lugar yo os diría: “Palpad y ved.”
Os encontráis a Jesús que tiene por palacio, una cueva. Su cana es un pesebre, sus cortesanos unos animales… ¿Quién descubrirá ahí la realiza del Verbo Encarnado? ¿Quién se atreverá a ver ahí algo grande, noble y sublime, sino es en la humildad del Hijo de Dios?
Puestos los hombres a pensar ¿quién hubiera pensado que el Hijo de Dios iba a nacer en un pesebre?
¡Qué fácil es que del fondo de nuestra alma se levante una queja cuando vemos que nos tienen en menos que a los demás… Lo que menos toleramos es que nos humillen. ¡Qué frases más raras decimos a veces! Aprenden humildad, y humildad insuperable. Es una realeza destronada. La humildad es la primera virtud de que nos da ejemplo y la última.
Jesús está dotado de inteligencia: podía quejarse de la Humanidad con muchísima razón. Jesús como Niño no da el más pequeño destello de la divinidad, ni siquiera de la Humanidad privilegiada…
Consecuencia: Que nos busquemos el destacarnos, el llamar la atención. Las fotografías hablan de “Aquí estoy yo”. Veamos a Jesús Niño, como un niño más. Cuando Dios nuestro Señor permite que seamos humillados, ¡qué difícil es que aceptemos las humillaciones, y mientras no las aceptemos no daremos un solo paso.
2º Espíritu de sacrificio y abnegación: No echaremos de ver en el pesebre la menos comodidad para Jesucristo, sino que ¿podía preparar el mundo lugar más incómodo, de mayor sacrificio que aquel? Esto lo hizo par darnos ejemplo porque sabía el Señor lo delicados que éramos. Os hace el Señor una invitación al sacrifico, a la abnegación. Más agradan a Dios los sacrificios que Él envía que los voluntarios. 
3º Amor. La tercera lección es una lección de amor. Si quitamos de Jesús Niño el corazón, nos quedamos sin nada. Pero colocad ese corazón que late desde el primer momento a impulsos de amor a su Eterno Padre, y a nosotros, y por este amor que nos tiene, nos explicaremos todo esto.
  • -  Pero Jesús, ¿cómo estás en medio de tanta pobreza, en esas pajas?
  • -  Porque te amo y amo a mi Eterno Padre.
  • -  ¿Cómo has nacido en esta cueva, a media noche, soportando la inclemencia del tiempo?
  • -  Porque te amo y amo a mi Eterno Padre.
  • -  Rodearte de animales, ¿no es demasiado fuerte?
  • -  El amor hace locuras.

¡Oh Jesús! ¡Cómo nos enseñas, como nos reprendes, cómo nos atraes!
Jesús quiso demostrarnos que nos amaba. Si amásemos más a Dios, seríamos capaces de hacer más por Él. Lo difícil sería fácil para nosotros.
Pidamos al Señor estas gracias.

¡Feliz Navidad!